“Los futbolistas no sienten la celeste y blanca”. “El rugby es un deporte de ricos”. “Los Pumas lloran con el Himno y los futbolistas ni lo cantan”. “Los rugbistas sobreactúan para las cámaras”. Los lugares comunes están a la orden del día y conforman una falsa dicotomía (fútbol vs rugby) que no es otra cosa que una montaña de prejuicios. Lo demostraron los propios Pumas abrazados en el vestuario con Diego Maradona, encuentro que a los jugadores llenó de felicidad y que horrorizó a más de un usuario de redes sociales. Entonces, ¿qué hay de realidad y qué de mito en todo esto?
- A los futbolistas les falta compromiso para jugar en la Selección.
Falso. Al contrario: los que no quieren saber nada son los clubes, temerosos de que sus figuras se lesionen cuando juegan para el seleccionado. Para los futbolistas la celeste y blanca no se negocia, y por eso se suben a un avión cada vez que los convocan, por más que se trate de un amistoso. Los casos de renuncia a la Selección son rarísimos y puntuales (Carrascosa, Redondo, Riquelme).
- El rugby es para los ricos.
Falso: no todos los clubes tienen el mismo perfil social, incluso hay casos extremos de elitismo (los de CUBA, por ejemplo). Pero si algo caracteriza al rugby es su carácter integrador. Incluso muchas instituciones se preocupan por contener a familias y a chicos que viven en zonas más pobres.
- Los clubes de fútbol no brindan la misma formación que los de rugby.
- Verdadero. Se trata de un problema serio, relacionado con el declive que las sociedades civiles sin fines de lucro vienen sufriendo desde hace 30 años. Hay un vaciamiento de recursos humanos en infinidad de clubes. Los viejos maestros fueron desapareciendo y no hay reemplazantes. Eso repercute en el rol social que deben cumplir los clubes, ese costado docente que complementa lo que los niños aprenden en casa. En los clubes de rugby, en cambio, la formación humana -paralela a la deportiva- sigue siendo central.
- El rugby es puro y el fútbol representa lo contrario.
- Falso. Las generalizaciones son peligrosas. Que la FIFA y la AFA sufran gravísimas crisis institucionales no habilita la descalificación del fútbol como actividad integral. Lo que hay son actores corruptos, desde la dirigencia a los staffs técnicos y hasta los propios jugadores. El rugby, como la sociedad en su conjunto, no está exento de las malas prácticas. Lo que urge en estos casos es visibilizar, combatir y condenar a los responsables.
- La trascendencia del fútbol y de sus protagonistas es muchísimo mayor que la que alcanza el rugby.
- Verdadero. No hay punto de comparación en el país (ni en el mundo) en lo que se refiere a la popularidad entre ambos deportes. Episodios excepcionales, como el Mundial, provoca que el masivo público futbolero se asome al rugby. No es la regla. Un ejemplo es ilustrativo: las declaraciones de Carlos Tevez sobre la pobreza en Formosa se volvieron cuestión de Estado. La palabra de un rugbista no tiene ese peso. Semejante nivel de exposición coloca a un jugador de fútbol en una posición complicada, casi en un vocero de sectores sociales que lo toman como referencia. Son muestras de la trascendencia del fútbol como fenómeno, más allá de las canchas.
- Los Pumas conmueven cuando cantan el Himno, los futbolistas no.
- Verdadero. Hay quien dijo que las lágrimas que les brotan a Los Pumas mientras atrona el Himno equivalen al haka de los All Blacks. Como si estuviera establecido que ese momento es un catalizador de emociones, en el que cada jugador se concentra al máximo con miras a la batalla que se avecina. Para Los Pumas, el Himno es un instante de plena expresividad. Para los futbolistas la procesión va por dentro, un tema del que habló Javier Mascherano. Son modos, formas, posturas. Después la entrega es la misma, más allá de que se juegue bien (como estos Pumas mundialistas) o mal (como le viene sucediendo al seleccionado de fútbol de un buen tiempo a esta parte).
- El fútbol tiene mucho que aprender del rugby.
Verdadero. Con un agregado: el rugby también debe aprender del fútbol. No hay fórmulas perfectas, porque la retroalimentación es el mejor camino si de crecer se trata. Para empezar, no hay nada más sano que despojarse de los prejuicios.
PUNTOS DE VISTA
De formaciones distintas
Pablo Garretón - Ex capitán de Los Pumas
Al momento de entonar el Himno convergen distintas emociones y recuerdos. Todo lo vivido para llegar a ese partido moviliza el yo interior y lo hace explotar en lágrimas. En el rugby, formarse en el amateurismo es una virtud muy fuerte, uno es por y para el club. Desde esa instancia hasta llegar a una selección, se pasa por un camino largo, lleno de tensiones, de nervios y eso luego se transforma en energía para jugar, para vivir con intensidad cada momento importante. Quizás el fútbol y su profesionalismo no viven todo este proceso del rugby. Estimo que será porque hay otra formación desde la niñez.
La “batalla” y el juego
Lucas Barrera Oro - Jugó en Los Pumas en 2008 y 2009
Desde chicos se impone en los rugbistas eso de verse reflejados en Los Pumas. Todos lo vivimos con mucha intensidad. Mi sueño era ese y lo cumplí. Soy un agradecido. Y cuando tuve que entonar el Himno vistiendo la camiseta nacional, me pasaban millones de cosas por la cabeza, por el cuerpo. Me sentí un afortunado de vivir eso. El rugby es un deporte, una “batalla”, que nos da una identidad. Es una forma de vida muy nuestra, no sabría decir bien por qué. Pienso que en el fútbol no es comparable esa identificación; es una forma de juego en la que cuesta transmitir la pasión.
Situación inexplicable
Martín Terán - Ex rugbista y ex futbolista
Si me preguntan por qué el Himno que se entona en los partidos de rugby y el que se entona en el fútbol suena distinto, tengo que decir que es una situación inexplicable. Los jugadores de ambos deportes parten desde una misma base: defender los colores nacionales en competencias contra otros países, teniendo todos el mismo origen. Mucho impacta en el fútbol el profesionalismo, eso de ir a un equipo partiendo de una premisa individual. En cambio en el rugby el equipo lo es todo. Desde chico se inculca eso. Es la amistad, las ganas de compartir, de pelear juntos.
La obligación de ganar
Juan Manuel Azconzábal - Técnico de Atlético
No creo eso de que un rugbier es “más pasional” que un futbolista. Para practicar cualquier deporte uno debe tener pasión, sin perder el espíritu amateur. Creo, sí, que hay un alto porcentaje de deportistas profesionales, como es el caso de varios Pumas, que siguen jugando por la camiseta. Entonces, ello genera comparaciones en donde no debería haberlas. La pasión de los argentinos es el fútbol y la Selección, por caso, tiene la obligación de ganar. En cambio, en los otros deportes todo lo que sea crecimiento se valora. En el fútbol, crecimiento significa resultados.
El futbolista genera envidia
Sebastián Pena - Técnico de San Martín - Integró el Seleccionado Juvenil argentino
El jugador de fútbol genera envidia en un sector de la sociedad. Por eso se lo trata de involucrar en esta clase de controversias que no tienen sentido. La vida me dio la posibilidad de vestir la camiseta de la Selección Juvenil en varias competencias y les aseguro que escuchar o cantar el Himno es algo emocionante. Mucho más si esto ocurre fuera del país. La pasión es algo que se siente en forma particular. No todos la exteriorizan de la misma forma. Por eso sostengo que si alguien entona el Himno con mayor fuerza no creo que vaya a ser más argentino que el que no lo hace.